La mayoría de preguntas que recibo en mi día a día, “cómo mejorar mi storytelling”, “cómo hacer mejores entrevistas”, “cómo hablar mejor en público”, “cómo hacer una mejor tortilla de patatas”… se resuelven de la misma manera: ostinato rigore.
Este era el lema de Leonardo da Vinci. Significa persistencia rigurosa o rigor obstinado. El polímata italiano decía, “la única razón por la cual soy mejor que otros en determinadas materias es que soy más persistente. Ese es el secreto de mi éxito”.
Para muchos, Leonardo Da Vinci fue el más grande de todos los tiempos pero casi nada de lo que consiguió fue a causa de una inteligencia o don innato, que también, sino que era una aprendiz incansable que continuamente aplicaba lo que aprendía en cada nuevo proyecto. Lo que aprendía en el dominio de una obra se trasladaba a la siguiente, y cada una se basaba en la otra.
“Las personas con logros rara vez se sientan y dejan que las cosas les sucedan. Salen y hacen las cosas”.
Y aquí estoy yo, repitiendo lo que un señor ya dijo hace 500 años…