Tombili era una gata callejera que vivía en el distrito de Kadıköy en Estambul. Tombili se hizo popular entre los vecinos de su barrio por su simpatía y, sobre todo, por su
forma de apoyarse en los escalones.
A raíz de una foto que le hizo un turista, la gata se viralizó y se convirtió en un fenómeno en Internet. El distrito de Kadıköy comenzó a recibir visitantes de todo el mundo que buscaban a Tombili revisando los escalones de todas las calles y callejuelas del barrio.
En 2016, Tombili enfermó gravemente y murió.
Pocos meses después de su muerte, una petición para honrar su memoria recibió 17.000 firmas. Un escultor local realizó
una escultura recreando la pose que le había dado fama. Cientos de personas acudieron a presentar sus respetos y el acto fue retransmitido por la televisión turca, que, conociendo la televisión, turca y no turca, seguramente fue lo mejor que emitieron en diez años.
Pero un mes después, la escultura desapareció.
Los vecinos del barrio comenzaron a compartir fotografías en las redes que mostraban que la estatua ya no estaba en su lugar. El Ayuntamiento de Kadıköy confirmó que la estatua de Tombili había sido robada. La noticia provocó indignación en todo el país y en el mundo entero.
Aquellos días un diputado turco hizo unas declaraciones que se me quedaron grabadas a fuego: “Han robado la estatua de Tombili. Son enemigos de todo lo bello. Lo único que conocen es el odio, las lágrimas y la guerra”.
Enemigos de todo lo bello.
Es completamente inconcebible que puedan existir, pero los hay. Gente que se dedica a odiar y destruir la belleza que ellos no han sido capaces de crear, como único remedio de autodefensa contra su propia inutilidad.
Otra especie que estaréis obligados a esquivar si hacéis cosas. Es una lástima, pero así es la puta vida.