Este fin de semana he estado en Londres. Hemos ido con este viernes a las 20 horas.
Para mí Londres es una ciudad especial. Fue el primer viaje que hice solo a los 14 años. Tuve la suerte que me enviaran durante unos meses a aprender inglés y fue la primera vez en la que realmente interioricé el idioma (y eso que había hecho clases en el colegio y en diversas academias desde pequeño). Una de las mejores formas de aprender bien el inglés, al menos según mi experiencia, es viajando mucho o viviendo en el extranjero. Y la mejor, obviamente, es ir a un colegio inglés. Pero yo no tuve tanta suerte como la que tienen ahora mis hijos.
Sobra decir cómo de importante puede ser para la carrera de una persona el dominio del inglés. Tus posibilidades, en todos los aspectos, se multiplican enormemente. Pero hay algo aún mejor que extraje de aquel viaje de hace ahora (cagonlaputa) ya casi 30 años: salir de la zona de confort.
Recuerdo un montón de situaciones bastante jodidas durante aquel viaje. Muchos momentos en los que hubiera vuelto a la seguridad de mi casa sin pensármelo. Pero pronto me di cuenta del valor que había extraído. Había comenzado a aprender a desenvolverme por el mundo y también que, a veces, es bueno estar en situaciones incómodas. En la búsqueda de la resolución de los problemas es donde aprendemos las lecciones más valiosas.
La vida siempre empieza cuando das un paso fuera de tu zona de confort. Por eso es importante, aunque a veces nos cueste mucho como padres, dar empujoncitos a nuestros hijos hacia fuera de la zona de confort.