Este fin de semana fui con mi hija a un aniversario en un rocódromo. (De todas las actividades indoor creadas por los humanos con la intención de retorcer lo natural, la de montañas en el interior es de las que más me fascinan).
En un momento de la celebración se formó un pequeño corrillo donde la conversación derivó hacia nuestras actividades profesionales. Ordenadamente, los padres fueron explicando muy por encima a lo que se dedicaban. Directivos de multinacionales, empresarios, country managers, propietarios de restaurantes, inversores… Cuando llegó mi turno dije lo que digo siempre en estos casos: “tengo una empresa tecnológica”. A veces me repreguntan y doy más detalles, pero no fue el caso.
En seguida detecté que uno de los padres me miraba con una sonrisita nerviosa. Pensé que, tal vez, le hacía gracia mi gorra, o que sencillamente estaba pensando en otra cosa, en el pastel que se iba a comer, yo que sé… O que simplemente era tonto, ¿sabéis esos tontos que ser ríen en situaciones no idóneas?
A mí me pasa continuamente.
Pero cuando el grupito se disgregó, se acercó hacia mí y me dijo flojito a un palmo de mi oreja derecha, “sigo NordicWire…”. Y lo remató con un gesto, alejándose, como diciendo, “tranquilo, no se lo diré a nadie”.
NordicWire es un canal de Youtube de tecnología donde hacemos bastante el gilipollas, salimos con pelucas, ponemos voces, cantamos… Es muy probable, aunque nadie me lo diga, que bastante gente de mi entorno sienta vergüenza ajena por nuestros vídeos.
Y lo entiendo perfectamente.
Por contra, desde siempre, yo he intentado seguir la regla de Twain: “Sing like no one is listening, love like you never been hurt, dance like no one is watching and live like it is heaven on earth”.
La única manera de bailar fielmente a tu estilo es bailar como si nadie estuviera mirando. Bailar únicamente para ti. Feliz, sin importar para nada el entorno. Qué le den por el puto culo al entorno.
Os quiero.