Hola, Gabriel
No te lo vas a creer. La semana pasada mi hijo de cinco meses me metió el dedo en el ojo. Creo que sin premeditación. El ataque provocó una herida en la córnea y he estado cinco días completamente noqueado; aislado en una habitación a oscuras, con el ojo parcheado y sometido a tratamientos continuados de gotas y ungüentos por parte de una mujer, que podría ser que fuera mi mujer.
Esto quiero que quede claro: todo el tratamiento que he seguido tenía prescripción médica oftalmológica.
En casa solo nos automedicamos por afecciones de rango y magnitud del tipo estomacal, cefaleas, congestiones… Todo lo que serían “enfermedades de primero de medicina”. Esas las podemos detectar, diagnosticar y recetar casi en su totalidad con exactitud.
Pero la oftalmología, que vendría a ser un tercero de carrera, se escapa a los conocimientos de una familia común sin estudios médicos como la nuestra.
La automedicación tiene límites Gabriel, y en nuestra casa es la córnea del ojo. Por no hablar de enfermedades de último curso como la tuberculosis o el ébola.
Por eso la semana pasada no colgué los contenidos habituales de No es asunto vuestro.
Y ahí iba.
Tú que estás metido en la creación de contenidos en Internet, habrás oído eso que dicen, “cuando haces cosas, pasan cosas”.
Pues, escucha con atención. Te voy a decir algo que he descubierto gracias al incidente del dedo en el ojo.
Gabriel, te va a explotar la cabeza: cuando no haces cosas, pasan aún más cosas.
Creo que en mi vida útil en Internet nunca me habían llegado tantos mensajes, emails y tweets interesándose por mí. Nunca había tenido tanto feedback. A ver, nada del nivel de mi/tu podcast. Pero, en este caso, por no hacer nada…
Es para pensárselo, ¿eh Gabriel?