Cada noche, desde que era muy pequeña, le leo a Valentina. Por sus sábanas, sus cojines y las paredes forradas de papel de rombos a colores han desfilado miles de historias, con sus respectivas interpretaciones y voces: «¿Cuánto tardaremos en salir de este bosque?», «¡No te atrevas a morder a Totto!»
Y después de cada párrafo, a veces incluso de cada frase, siempre aparecen preguntas que me esfuerzo a responder siendo lo más preciso posible. Y también, a veces, lo tengo que buscar en Google.
Las historias son una de las mejores herramientas para despertar la creatividad de una personita. Cuántas más historias escuche y cuanto más viva una vida que le inspire, más fácil será para ella acceder a su creatividad. Y la creatividad es uno de los recursos humanos más importantes.
Por eso viajamos con Valentina, intentamos que siempre viva experiencias nuevas y le leo incansablemente. Algo que también comenzaré a hacer pronto con mi otro hijo Luca.
El otro día, cuando yo ya le había leído el cuento y estaba con su madre en el momento madre hija, donde hablan de sus cosas y en el que yo no tengo acceso: salió el tema de mis ronquidos. Ronco muy poco ellas exageran y en todo caso, todo lo otro compensa. Ya lo he explicado mil veces.
Y en ese momento Valentina le dijo algo a mi mujer que la dejó torcida. Mami, y por qué no hacemos una app que cuando escuche los ronquidos de papi haga, tse….
Ahora los que solo estáis escuchando el audio os habéis perdido un zoom cinemático primerísimo primer plano de mi careto incrédulo.
Parece una buena idea, ¿no? Al día siguiente mi mujer me lo explicó y tengo que reconocer que durante todo el día estuve dándole mil vueltas. Incluso busqué un poco por Internet por si existía algo similar y creo que no, tal vez por algo será.
Al volver del cole, senté a mi hija en la mesa de la cocina y le propuse lo siguiente.
Valentina, (traducción simultánea del catalan) mami me ha explicado la idea de app que tuviste anoche. ¿Y lo otro? No, lo otro no, solo la idea de aplicación. Qué te parecería si hiciésemos juntos este proyecto, sí intentásemos desarrollar esta app juntos, investigamos, hablamos con mis desarrolladores, hacemos juntos el diseño, pensamos el nombre, la publicamos y si genera algo de ingresos te abrimos una cuenta para que de mayor lo utilices en lo que quieras.
Y Valentina respondió de la misma forma en la que siempre responde a mis propuestas, vale papi.
Las últimas que recuerdo son: Valentina, corre haz las maletas que nos vamos a Alemania a ver a unos amigos, vale papi. Valentina, montamos la tienda de campaña en el jardín y pasamos la noche, vale papi. Valentina, tu sigueme el rollo, coje ese cubo de agua helada, que le vamos a gastar una broma a tu madre, vale papi.
Valentina es una niña increíble (seguro que pensáis lo mismo de los vuestros) de 7 años con mucha confianza en ella misma. Me gustaría pensar que gracias a lo que ha vivido en casa y a lo que le hemos invitado a sentir. Porque la duda o la desconfianza en uno mismo es uno de los peores enemigos de la creatividad.
La creatividad es ver lo que otros ven y pensar lo que nadie ha pensado. Así que aquí estamos, tengo un proyecto con mi hija, que ha pensado. Y el principal objetivo, como seguro que os podéis imaginar, es que sea una excusa para pasárnoslo bien y aprender un montón.
Valentina y yo y, por supuesto también con la ayuda de la mente analítica de mi mujer, ya nos hemos puesto en marcha y os voy a ir explicando en estos episodios todo el proceso porque los divertimentos siempre se tienen que compartir.
Aprende de otras historias de emprendedores en No es asunto vuestro.
Nos vemos en Internet.
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