Imaginemos una escena de una película en la que cuatro personas están sentadas alrededor de una mesa, hablando de fútbol. Tres minutos, soporíferos. De repente, una bomba estalla y hace volar a las cuatro personas en mil pedazos.
¿Qué ha obtenido la audiencia? Cinco segundos de shock.
Ahora tomamos la misma escena pero informando a la audiencia que hay una bomba debajo de la mesa y que explotará en tres minutos.
La emoción del público cambia por completo. La conversación sobre fútbol se vuelve vital porque la audiencia grita por dentro: “No seáis ridículos. Dejad de hablar de fútbol, ¡hay una bomba ahí debajo!”.
Con este ejemplo, Alfred Hitchcock explicaba su método de gestión de información hacia la audiencia para aumentar el suspense en sus películas.
Es un consejo brillante de storytelling, a la altura de toda su obra, pero a mí, además, me hace pensar en la forma que he escogido para ganarme la vida.
Emprender es como vivir en una escena en la que sabes que hay una bomba a punto de estallar. Y, sin tener la intención de menospreciar a todos aquellos que han escogido otros caminos, trabajar por cuenta ajena es, al menos para mí, como tener una conversación soporífera sobre fútbol.
Emprender es como una peli de Alfred Hitchcock, con suspense y emoción continuada. Algo estallará seguro en algún momento. Y no tiene porque ser malo. Quién sabe, tal vez estallará en la próxima edición de esta newsletter…