La mayor parte del tiempo estoy desconectado de la actualidad. Abracé este retiro voluntario hace unos siete años. No tengo la antena de la televisión conectada, no enciendo nunca la radio y no toco un papel de periódico ni con un palo. Si me llega alguna noticia, es de manera colateral y únicamente por Internet.
Tomé está decisión de manera orgánica, principalmente, para ser más feliz y sobre todo porque no me gusta cómo funcionan los medios tradicionales, no comparto sus fundamentos, me asquean sus estructuras y creo que están a leguas de lo que el periodismo debería ser.
Pero hay momentos, como el que estamos viviendo, en los que sería una irresponsabilidad no estar, al menos, un poco al tanto. (Básicamente porque, depende de cómo vayan las cosas, Dios no lo quiera, tal vez tengamos que buscar un búnker).
Twitter es el medio que utilizo para estar al corriente de una crisis como esta. Es fascinante como en pocos minutos puedes comenzar a seguir un par de en Patreon); civiles que cuelgan el vídeo del tanque que acaba de aparecer en su calle; o los mensajes directos de un presidente desde el epicentro de la guerra.
Pero el audio es uno de mis medios preferidos. Reconozco que en los últimos días, en alguno de mis trayectos en coche, he probado de volver a encender la radio. Y, otra vez, vergüenza ajena. Las mismas voces de siempre haciendo los mismos ridículos. Cuanto más sustancial es el tema, más grotesco es lo que escucho. Tal vez sea un hecho irrelevante cuando comentan la serie de moda o el vestido de no sé qué famosilla de turno, pero cuando tienen que comunicar alrededor de una crisis crucial como esta, todo se desmorona.
En la radio, y en la mayoría de medios, llevan las riendas una ristra de monos que solo saben hacer lo que “siempre se ha hecho”. Y cuando entra alguien nuevo, únicamente tiene permitido imitar al resto de monos porque hacer lo contrario significaría su expulsión del grupo. Lo sé bien, he trabajado en muchos medios, he intentado hacer las cosas de manera diferente y sé lo que cuesta y como incomoda a los que estaban ahí antes.
Necesitamos podcasts independientes sobre actualidad. Tenemos muchos ejemplos sobre negocios, nutrición o tecnología en los primeros puestos de los rankings. Formatos creados por pequeños creadores libres que han conseguido vivir de sus contenidos, pero en la sección de noticias los medios tradicionales aún lo copan todo.
Aprovechando esta ola de la economía de los creadores, que ya es una realidad en muchos otros campos, ahora hay una oportunidad única para lanzar un podcast sobre actualidad en el que se hagan las cosas diferentes (en inglés ya hay algunos ejemplos). A cualquier estudiante de periodismo, a alguien que ya esté trabajando en un medio tradicional o simplemente a una persona que le guste la actualidad y contar historias, le animaría sin dudarlo a lanzar un podcast independiente de actualidad. Con mucho trabajo y paciencia se puede atraer a una audiencia fiel, ahora huérfana, y llegar a vivir de ello.
Estoy seguro que en nada veremos muchos ejemplos.
Y en la siguiente ocasión en la que me vea obligado a conectarme, tendré un sitio mejor donde escuchar.