Hoy no tengo nada que contar.
Normalmente, durante la semana, siempre se me ocurre algún tema sobre el que disertar o alguna historia que compartir. La mayoría de ocasiones incluso tengo que descartar ideas, y acabo escribiendo sobre la que más rabia me da.
Pero hoy estoy vacío.
He estado apurando las horas, esperando un resquicio de inspiración.
Nada.
No tengo ninguna historia, ninguna curiosidad, ni un mísero dato, ni unas migajas de storytelling, ni una triste reflexión que compartir en esta edición.
Una newsletter fail.
La he cagado.