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Los cartógrafos medievales utilizaban el término “Última Thule” para designar los lugares que se situaban más allá de las fronteras del mundo conocido. (Si lo ponéis en Google os saldrá una marca de mochilas, pero os juro que no me lo invento).
Una de las sensaciones que más placer me producen es la consciencia de estar rodeado de lugares, hechos y conocimientos por descubrir. No tener ni puta idea de nada es una sensación brutal. Pensadlo, si lo supiéramos todo, nuestra vida sería una mierda. Sería como esa frustrante sensación con tus películas preferidas, que pagarías por no haberlas visto, volver a atrás y poder disfrutar de descubrirlas por primera vez.
Por contra, cada nuevo día es una Última Thule. Cada amanecer despertamos en un nuevo lugar más allá de la frontera del mundo conocido. Y el hecho de afrontarlo, preparar la exploración e intentar imaginar o prever con qué nos encontraremos son sensaciones inigualables.
Siempre me he considerado un explorador, a mi manera. Es la única palabra que desde siempre he dejado que me defina en mi bio de Twitter, «explorer» y uno de mis tatuajes que me hice en las Filipinas dice en Tagalog «nunca dejar de explorar» (sí, lo sé, también es el eslogan de otra marca de mochilas…)
Este es uno de los primeros ejercicios que quiero hacer en el episodio uno de masterminds que se emitirá este jueves con el primer invitado (aún secreto y que muchos estáis tratando de adivinar). Un repaso de cómo ha sido este 2020 en nuestras vidas y negocios y un intento de plasmar lo que creemos que nos encontraremos en este nuevo año que estamos a punto de comenzar a explorar.
Feliz Navidad