Durante años hemos vivido en un mundo en el sector emprendedor donde parecía que el único objetivo de un proyecto era el crecimiento a cualquier coste. De ahí salió en 2003 el término de los unicornios basado en la idea de la probabilidad de que una empresa de nueva creación alcanzara la valoración de más de 1.000 millones de dólares. En los últimos tiempos han salido nuevas voces que nos dicen que debemos crear nuestros proyectos sin pensar ya en unicornios, y que ahora debemos crearlos como si fueran camellos o cucarachas. Pero yo no quiero que mis proyectos sean ni unicornios, ni camellos, ni cucarachas…
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